Solo

¿Qué es lo peor que le puede pasar a alguien?
Para mí, la respuesta es la soledad.
La soledad es la cuna de los males,
donde nacen todos los problemas.

Todos le temen a la muerte,
todos le temen a perderlo todo.
Nada de eso se compara a estar realmente solo.
Nadie es totalmente fuerte para enfrentarla.

No es igual estar solo a estar poco acompañado.
Muchos han estado escasos, pero pocos han quedado aislados.
Solo, como en medio del Pacífico varado.
Solo, como cuerdo en cárcel de desquiciados.

La soledad se asemeja al miedo,
miedo de que en cualquier fallo no haya ayuda,
ayuda que todos, en algún momento, han pedido,
tan necesaria que lo simple se vuelve complejo.

Tan complejo como es gritar con fuerza para ser escuchado por el silencio,
llegar tan lejos que el desierto rebose de vida,
tener tan poco que el cero pese mucho,
tan confuso que la puerta de emergencia no lleve a la salida.

De tanto estar solo, empezar a hablar solo,
y que ese “solo” sea otra persona que participe,
que esa persona opine de todo,
y cree una forma que la caracterice.

De estar solo se crea compañía,
aunque de la mente saldría.
La naturaleza no me permite estar solo,
a menos que, por naturaleza, lo pierda todo.