Muerte
POEMASDESTACADOS
1/2/20252 min read


Muerte,
tan lejana, tan vieja,
obsoleta y amarga,
distante, imperceptible,
irrelevante, inservible.
Nací agarrando tu mano;
hoy la sueltas,
o los médicos te soltaron.
Dicen que tu arribo está lejano.
¿Por qué morir
si acabo de nacer?
Cosas por hacer,
tantas cosas por vivir.
Lejos, veo tu arribo,
ya llegará su momento,
nunca se sabe;
quizás adelantes tu ritmo.
¿Por qué existes?
No te necesito.
Soy feliz:
tengo amigos,
padres,
familia,
vida.
Ya llegará tu momento,
pero no sé si conmigo.
Haz lo tuyo; mucho temo a la vida
para temer a quien mira a distancia.
Oye, no solo hablas conmigo.
Te acercas a mi padre,
a mi madre.
¿Qué quieres con ellos? ¿Eres un conocido?
Me dicen que te llevaste a un amigo.
¿No tienes a los tuyos? ¿Ese era el mío?
Vete, busca a los tuyos;
yo no puedo conseguir el olvido.
Oye, ¿casi te llevas a mi padre?
¿Qué te pasa? Hace mucho no hablabas.
No fue su momento; sigue tu camino,
no es su momento, tampoco el mío.
Te vi venir a pasos rápidos.
¿A quién te llevarás?
Yo te siento cerca… ¿vendrás?
Te siento cerca, pero no para mí.
Me sorprende la sensación;
tu respiración es cruel.
Siento que mi vida se desmorona,
no por mí, sino por otra persona.
Ya vi lo que querías. Te odio con mi vida.
Te llevaste a mi familia y, tan soberbio, avisaste que lo hacías.
Ojalá murieras también, pero no importaría;
nadie te sufriría, nadie te lloraría.
Te veo a los ojos, desgraciada,
repugnante, asquerosa, codiciosa.
Maldita, si pudieras más…
pero contigo negociaría si dieras marcha atrás.
Mitad de mi vida por una semana de la suya,
que pueda ver mis logros, su hijo, su vida,
que pueda llenarse de orgullo de ver su cría…
pero no das marcha atrás; ya su vida es tuya.
Eres malnacida, pero te entiendo necesaria.
Ahora amo más lo que tengo, aunque poco quede,
aunque sea poco más de lo necesario.
Qué forma de enseñar tienes a apreciar.
Hace unos meses odiaba; ya no puedo más que amar.
Pero tan caprichosa eres que ya no existe para amar.
Te lo llevaste junto a ti,
un muerto quedó en cenizas, me convertí.
No puedo más odiarte, por tenerme que a vivir enseñar.
Te pido que dilates tu visita a los demás allegados;
ellos tampoco quieren de ti recibir recados.
Hay mucha gente que te desea en otros,
para matar a quienes hacen felices a todos.
Vete, no vuelvas más,
por lo menos hasta mis cien años y cien veces más,
que haya vivido todo,
sentido todo,
y que no quede nadie más que pueda amar.