Hoy te deseo hablar

Hoy te deseo hablar,
pero aún no es mi tiempo de conocer.
A menos que la pólvora
roce mi paladar,
al instante te habré de ver.

Te escribo por si me ves,
porque no sé cuándo
será el día en que te encontraré.
¿Qué hay después?
¿Quién seré
cuando ya no sea?

No te odio,
pero te respeto.
No por eso consiento
la forma en que,
sin remordimiento,
alejas personas
metros bajo el pavimento.

Sin necesidad de un gran sonido,
irónico es que tú,
con mandato definitivo,
pongas al más fuerte
a tu merced.

Respeto tu sentido de ser,
porque me das un motivo
para hacer todo
antes de que llegue el día definitivo.

Ahora más lo comprendo.
Después de que saliste de la nada,
entiendo que somos nada,
y nada seguiremos siendo.